El Sexo en el Matrimonio
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El Sexo en el Matrimonio

Las relaciones sexuales fueron diseñadas por Dios para el gozo de los esposos y la procreación de los hijos. Es la expresión de amor más íntima y poderosa que un hombre y una mujer pueden experimentar. En cada acto sexual los cuerpos expresan que se pertenecen el uno al otro, que han hecho una libre auto-donación total de amor de cuerpo y alma. Es el regalo más hermoso que se puede dar y por eso se reserva para el matrimonio donde se promete fidelidad y exclusividad delante de Dios y la Iglesia hasta que la muerte los separe. Tanto el esposo como la esposa tienen la obligación de buscar que su cónyuge tenga la mejor experiencia sexual posible (i.e., cuidar el aspecto físico para atraer más al cónyuge, ser románticos y detallistas, buscar que ambos experimenten el orgasmo durante el sexo, etc.).

Lamentablemente, el tema de la sexualidad en el matrimonio sigue siendo un gran tabú. Algunos católicos se escandalizan con estos temas y prefieren que no se toquen. Muchos matrimonios no experimentan una vida sexual saludable y plena por diferentes razones. Quisiéramos mencionar dos ejemplos:


1) Están los matrimonios católicos que evitan el placer o no llegan a experimentar un placer satisfactorio (especialmente las mujeres) porque piensan que es pecado o porque así se enseñaba antes en la Iglesia (teología medieval). En la Edad Media, se creía el propósito principal del sexo era para procrear y el placer sexual era una consecuencia del pecado original. En el Siglo XX la Iglesia comenzó a cambiar su tono sobre el sexo dentro del matrimonio (i.e., Casti connubi, Humanae vitae, Teología del Cuerpo, Concilio Vaticano II, etc.), pero muchos sacerdotes y lideres dentro de la Iglesia aún no se han formado bien en estos temas y consecuentemente muchos matrimonios se vuelven fríos y aburridos en su vida sexual ya que no han recibido una catequesis apropiada sobre el sexo.


2) Por otro lado, están los matrimonios en donde el hombre (por lo general) usa a su mujer como un objeto de placer para descargar su tensión sexual. Esto crea una fricción en la relación conyugal y muchas veces terminan peleados y durmiendo en diferentes camas. En casos extremos, el esposo le es infiel o termina abusando sexual o físicamente a su esposa. El se excusa diciendo que ella no satisface sus “necesidades”. Ella dice que no tiene apetito sexual porque él no se esfuerza en conquistar su corazón o simplemente la trata como un objeto sexual. Muchas mujeres también crecieron con la idea de que tienen que estar sumisas a sus esposos y por lo tanto no les pueden decir nada.


Cuando si logran tener sexo, muchas veces el esposo solo busca satisfacer su lujuria sin procurar que también su esposa llegue a disfrutar la experiencia a lo máximo. Hay mujeres en este ejemplo que recién han concebido un bebe o que se encuentran enfermas y para evitar el embarazo, usan anticonceptivos, aun en casos cuando ellas personalmente están en contra de su uso. Claro, muchas veces también el hombre recurre al condón ya que solo desea el placer sin la responsabilidad de estar abierto a la vida.



El cosificar a la esposa se debe a diferentes factores, pero es muy común que este tipo de hombres tengan alguna adicción fuerte (al alcohol, drogas, pornografía, sexo, etc.). En el caso del vicio de la pornografía, muchos hombres conciben fantasías irreales sobre el sexo y presionan a sus mujeres a recrear ciertas posiciones y actos, que muchas de las veces son actos inmorales o imposible de que su mujer los realice. Aunque es verdad que hay mucha libertad dentro del sexo matrimonial, también hay límites concretos (i.e. el uso de los anticonceptivos, el sexo oral como fin del acto, el sexo anal, etc.).


Otros matrimonios no logran vivir su sexualidad en plenitud debido a traumas personales, baja autoestima, alguna enfermedad física o mental, discapacidad, etc. Estos temas son importantes de abordar con un buen sacerdote preparado, un consejero o psicólogo católico y/o un doctor católico.


Nosotros creemos que la respuesta, como casi siempre, se encuentra en el medio (la virtud de la templanza). El sexo es rico, sagrado y renovante. Por eso se debe procurar hacer el tiempo, tener la creatividad romántica y ser intencionales en buscar satisfacer a tu cónyuge. Pero si el sexo se vuelve rutina y como un pensamiento de ultimo momento, se corre el riesgo de cosificar a la persona. El desear sexualmente a tu cónyuge no es lujuria si este deseo esta sujeto al amor puro, ósea al buscar primero el bien de tu pareja (el amor es un acto de la razón, no es un sentimiento).



Todos estamos llamados a practicar la castidad. La castidad protege el verdadero amor. La castidad nos exige expresar nuestro amor de otras maneras intimas no-sexuales. San Juan Pablo II nos enseña que la práctica de la castidad nos ayuda a dominar nuestra concupiscencia, fruto del pecado original.


Aquí es donde entra la Planificación Familiar Natural (PFN). Aunque los propósitos principales de la PFN son para procrear o espaciar hijos, también lo recomendamos a todos los matrimonios porque nos pueden ayudar a crecer en las virtudes y en el amor verdadero. La PFN puede ser un antídoto en contra de la lujuria y la mentalidad anticonceptiva. Es verdad que muchos corren el riesgo de usar la PFN como un anticonceptivo, por eso es importante hacer un examen de conciencia y ver las intenciones del corazón.



El abstenerse del sexo por ciertos días al mes para dedicarse mas a la oración, al diálogo y a la convivencia (e.j., mirar un buen show, jugar un juego de mesa, hacer ejercicio juntos, etc.) ayudará a la pareja a crecer en su amor y en la virtud de la castidad. Esto mismo nos enseña San Pablo en 1 Corintios 7:3-5.


Cuando vuelvan a unirse en la intimidad sexual, si lo planean bien, seguramente la experiencia será maravillosa. Lamentablemente, muchas personas jamás han experimentado esto porque desde muy jóvenes están sexualmente activos y muchos matrimonios tuvieron relaciones antes de casarse.


Conclusión: los matrimonios tenemos la obligación de formarnos mas en estos temas de la sexualidad, la teología del cuerpo, la PFN, la castidad, el amor puro, etc., a veces se necesita buscar ayuda profesional para poder sanar y seguir creciendo en el amor de Dios, ya que somos el reflejo e imagen del matrimonio entre Cristo y su Iglesia. Cristo lo dio todo por nosotros, de igual manera los esposos debemos darlo todo por nuestro matrimonio.


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